Niall Ferguson: pandemia, desastres y redes sociales
Luis Larraín Libertad y Desarrollo
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Luis Larraín
El Banco BCI tuvo la gentileza de invitarme a una conferencia con el historiador británico Niall Ferguson en la que se refirió a la pandemia del Covid-19, al libro que publicará sobre la historia de los desastres y a otras cuestiones planteadas por los invitados. Ferguson es uno de los pensadores contemporáneos más interesantes; publicó hace un par de años el libro “La Plaza y la Torre”, un apasionante ensayo histórico sobre la convivencia de las jerarquías y las redes en la administración del poder en la sociedad.
En su charla, señaló que pese a que el Covid-19 no califica entre las 20 pandemias más graves que ha sufrido la humanidad, sus efectos económicos pueden estar en el top 5 como consecuencia del shock de oferta provocado por las medidas para combatirlo. Ello da cuenta de la dificultad que tenemos para entender y enfrentar riesgos que no se distribuyen normalmente, ni en su magnitud ni en su manifestación temporal. De eso trata justamente su próximo libro.
Lo sorprendente, nos dice Ferguson, es que hubo países como Taiwán y Corea del Sur, que han sido exitosos en el combate a la pandemia, basados en una estrategia de testeo, trazabilidad y aislamiento que funcionó bien y que parece ser la prescripción científica adecuada. Es optimista acerca de las respuestas que la ciencia es capaz de dar ante catástrofes y celebra la capacidad de la industria farmacéutica para reducir dramáticamente los tiempos para inventar y distribuir una vacuna.
Menos optimista es su visión de la reacción de las burocracias. Dice que, pese a que ciertos medios han intentado culpar a Donald Trump o a Boris Johnson, e incluso ligar estas respuestas al populismo, los datos dicen que no hay una correlación entre la política (derecha o izquierda) y el éxito del combate al coronavirus. Su impresión es que la falla está en los mandos medios, en el error humano, que, según sus investigaciones, está a menudo presente en la historia de los desastres mal manejados. Aquí vuelve a mencionar la dificultad para lidiar con riesgos que no se distribuyen normalmente y manifiesta su admiración por Nissim Thaleb y su llamado a ser “antifrágiles”, o a beneficiarse del desorden y la incertidumbre.
Ferguson ha utilizado el término “Cold War II” para referirse a la disputa económica y política entre los Estados Unidos y China. Dice que la interdependencia que hoy tiene la economía mundial no es un antídoto eficaz contra esta guerra fría, porque puede desmantelarse de manera rápida; pensando en China que, pese a practicar un capitalismo de Estado, también usa la tecnología y sus empresas para aumentar el control político sobre su gente. Respecto a cómo regular a las redes sociales controladas por los gigantes tecnológicos, su opinión es que más que políticas antitrust como algunos están pensando, la solución va por corregir un error técnico en la legislación americana que exime a estas compañías de responsabilidad frente a demandas sobre su contenido, porque son sólo intermediarios; pero también les permite censurar contenidos sin castigo. Ese error debe corregirse en la regulación.
Por último, ante la inquietud acerca de cómo enfrentar el malestar en Chile y el mundo, Ferguson señala que debe entenderse 1) que el conflicto social es hoy generacional y no de clases y debemos convencer a los jóvenes que su calidad de vida puede ser mejor que la de sus padres; y 2) que los teléfonos inteligentes dejaron obsoletas a las policías y hay que estudiar cómo volver a ejercer una fuerza legítima. Mucho para pensar.